EL PAPEL DE LA FAMILIA
Un entorno familiar adecuado y tranquilo es muy importante en la recuperación de una persona con enfermedad mental. El papel de la familia es esencial, puesto que la experiencia vivida y la proximidad con la persona con enfermedad mental pueden aportar muchos datos y soporte al tratamiento, la familia es el primero y más importante de los recursos en estado potencial, con el que un trabajador social debe hacer frente a una problemática.
Para ello es muy importante que también la familia reciba apoyo por parte de los profesionales y los servicios de salud mental.
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CONSECUENCIAS DE LA ENFERMEDAD MENTAL PARA LAS FAMILIAS
Los efectos de la enfermedad mental se reflejan sobre la familia de diversas formas, hay consecuencias en ciertos modos tangibles, apreciables desde fuera, que además provocan un impacto subjetivo en los familiares.
Las consecuencias objetivas de este problema son: el aislamiento social, la alteración de la rutina doméstica y el rol que debe asumir la familia. Por otro lado está la carga subjetiva, básicamente afectiva, sin componentes externos, que supone para los allegados, la existencia en el seno familiar de una persona con enfermedad mental.
Los síntomas de la enfermedad suelen provocar en los familiares reacciones emocionales inmediatas (tristeza, vergüenza, etc.), la enfermedad en su conjunto trae consigo más peso al producir sentimientos de culpabilidad, pena, miedo al futuro, la dificultad para comunicarse con el enfermo y el agotamiento al que puede dar lugar la convivencia.
- Repercusiones Objetivas
Seguidamente se analizarán algunas de las repercusiones objetivas que tiene la enfermedad mental en el seno de una familia.
Aislamiento Social
La vida social de los miembros de una familia se reduce generalmente, cuando en su seno se manifiesta una enfermedad mental. El esparcimiento que supone reunirse con los amigos se restringe, la relación cortés e incluso cordial con los vecinos se vuelve tensa e incómoda y la posición social en la propia comunidad desciende.
Algunos aspectos que concretan el aislamiento social de una familia en la que uno de sus miembros padece una enfermedad mental grave y crónica.
El primero de ellos es que enfermar psíquicamente lleva implícito, al menos en nuestro medio cultural, un significado difícil de explicar.
El significado cultural y el rechazo real del enfermo mental marca a veces a sus familiares y les aísla más. En la actualidad puede parecer que se haya avanzado hacia una comprensión más realista y humana de la enfermedad mental, pero los prejuicios sociales en torno a las personas con enfermedad mental han cambiado poco o muy poco en los últimos treinta o cuarenta años.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que, la naturaleza de la enfermedad mental y sobre todo del modo de manifestarse, determina en gran medida la tendencia de la familia a separarse de la comunidad. En otras ocasiones la sintomatología no permite dejar a la persona enferma sola en casa, lo que impide a los familiares salir fuera de la misma.
Desorganización del hogar
- Si no hay ayuda externa para cubrir las labores del hogar se precisa un esfuerzo extra de los demás familiares.
- Dejar las tareas sin hacer ocasiona desorden, suciedad y algunos casos hasta malos olores.
- Traslados de domicilio y hasta de ciudad y de país.
- Hay que soportar destrozos de los enseres y descuidos que pueden provocar incendios.
- En ocasiones desaparición de objetos, algunos de ellos costosos o con un gran valor sentimental.
- El insomnio, ruidos de algunas personas con enfermedad mental agota a los familiares.
Esta sobre carga la superan bien algunas familias, mientras en otras sus miembros se resienten por el hastío que suponen los inconvenientes reseñados.
La tolerancia de los familiares no siempre es la misma, y entonces es cuando surgen las desavenencias internas. En ocasiones el clima del psicológico del hogar se vuelve tenso y difícilmente aceptable, lo que a su vez repercute negativamente sobre la persona afectada con enfermedad mental.
El rol familiar
- Reaciones emocionales
Tristeza
Cuando una persona se encuentra afligida, al igual que ocurre con otros sentimientos y emociones, provoca efectos parecidos en quienes le rodean. Este efecto contagioso se denomina, en lenguaje clínico, “irradiación afectiva”. Si el ser que sufre intensamente es una persona muy cercana, entonces el sentimiento de pena adquiere en el familiar un grado elevado.
En algunos enfermos, al bajo estado de ánimo se añade una marcada inquietud interior, de desasosiego e intranquilidad, que causa un enorme suplicio.
Hasta los rasgos anómalos de la personalidad que se caracterizan por el sistemático quebrantamiento de todo tipo de normas, tal como sucede con los psicopáticos (personalidad antisocial), generan a veces en los padres y hermanos una enorme lastima, junto a sentimientos de irritabilidad y vergüenza. E incluso en situaciones de amenazas y agresiones físicas, los mismos familiares sienten compasión.
Vergüenza
Miedo
Irritabilidad
- Inactividad: tras padecer un período agudo en una psicosis, a algunas personas les queda como síntoma – secuela falta de iniciativa, de espontaneidad, etc., han perdido su capacidad de ser actores en el mundo que le rodea y sólo están en él de un modo pasivo. Esta carencia de impulso para levantarse a una hora prudente, para emprender un trabajo, para atender las obligaciones, irrita sobremanera a los familiares.
- Excitación: la hiperactividad excesiva e inapropiada se manifiesta en estas personas de modo muy diverso. Esta intranquilidad puede manifestarse en forma de brincos, e incluso en forma de escapadas a la calle. Así pues este tipo de esfuerzos produce tensión y sobre esfuerzo, al tener el familiar que estar atento a la persona en todo momento por los destrozos que pueda ocasionar, o porque se escape de la vivienda.